Luis García Jambrina |
Luis García Jambrina nos sorprende en su novela El Manuscrito de piedra con una historia de intriga que tiene como protagonista a un Fernando de Rojas que aún no había escrito la obra por la que será siempre recordado, La Celestina. Lo atractivo de esta novela es que su autor consigue elaborar una trama en la que la investigación del asesinato de un catedrático de Teología se ve entremezclada con "la situación de los judíos y conversos, las pasiones desatadas, el emergente humanismo, la Salamanca oculta y subterránea y la Historia y la leyenda de una ciudad fascinante en una época de gran agitación y cambio."
En 2009, se le otorga el Premio Internacional de Novela Histórica por la que es la primera novela de un escritor de cuentos, articulista, ensayista, Doctor en Filología Hispánica y Experto en Guión de Ficción para Televisión y Cine, así como profesor de Literatura Española en la Universidad de Salamanca; nadie mejor que él para plasmar el ambiente que se respiraba en esa ciudad a finales del siglo XV.
Si os interesa entreteneros siguiendo los pasos de una investigación que os puede sorprender con cada nuevo descubrimiento de una pista, animaos a leer este libro, escrito en 2008 y del que la Editorial Punto de Lectura publicó una edición de bolsillo en el 2009. El alumnado de 1º de Bachillerato va a poder saborearlo dentro de muy poco y tendremos comentarios de primera mano. Aquí tenéis un fragmento del primer capítulo para que os entre el gusanillo de continuar leyéndolo:
Decidió probar suerte por la puerta del Azogue, pero estaba cerrada. De modo que tuvo que rodear la torre de campanas para dirigirse a la entrada principal. En su camino, estuvo a punto de caer en una zanja llena de agua y de tropezar con un sillar abandonado. Cuando al fin llegó al Pórtico de la Penitencia, se detuvo un instante para recuperar el aliento. Respiraba con gran dificultad. Entre sus jadeos, creyó oír el ruido de unos pasos un poco más allá. Demasiado tarde para escapar; de las espesas sombras que envolvían la entrada, surgió de pronto una más negra que lo embistió hasta derribarlo. Desde el suelo, pudo ver con claridad cómo su agresor sacaba un arma de debajo de la capa y, sin mediar palabra, se la clavaba una y otra vez en el vientre, en el pecho y en los costados. Paralizado por el horror, no fue capaz de pedir auxilio. Mientras se desangraba...