miércoles, 6 de mayo de 2020

Juan Mayorga en Instagram



 Un día, corrigiendo un examen de fracciones, leí algo parecido a esto: “Juan no puedo contestar nada   porque no he estudiado pero últimamente estoy jugando muy bien al tenis el domingo me sacaron en el   Marca voy a ser un campeón y tú y yo vamos a ir a celebrarlo”. Recuerdo que inmediatamente pensé:   “Qué interesante que un alumno utilice un ejercicio escolar para contarte su vida”.
 Lo cierto es que esas frases mal puntuadas que me entregó un adolescente me impulsaron a soñar una   obra cuya acción tiene lugar en dos espacios de encuentro y, por tanto, de conflicto: el hogar y la   escuela. Una obra sobre padres e hijos, sobre maestros y discípulos, sobre personas que han visto   demasiado y personas que están aprendiendo a mirar. Una obra sobre el placer de mirar las vidas   ajenas y sobre los riesgos de confundir lo vivido con lo imaginado, una obra que quiere hacer teatro   del acto mismo de imaginar. Una obra, en fin, sobre los que eligen la última fila: aquella desde la que   se ve todas las demás.       
 Juan Mayorga 
  
La semana pasada, el alumnado de segundo de bachillerato tuvo la oportunidad de seguir la emisión en directo de una entrevista con Juan Mayorga, autor de una de las lecturas obligatorias de la asignatura de Lengua Castellana y Literatura. El CDN cedió al dramaturgo un espacio en su cuenta de Instagram dentro del ciclo #CreadoresEnDirectoCDN con motivo de la representación de El chico de la última fila en el teatro María Guerrero de Madrid a partir del 20 de mayo.


Como tantas y tantas otras, esa representación tendrá que esperar.  Y el público se mantendrá expectante también hasta poder volver a llenar las butacas de salas y teatros, como las del Palacio Valdés donde, hace más o menos un año, otra afortunada promoción de 2º de bachillerato pudo conocer en persona a Juan Mayorga.

No es habitual que en este blog se hable de lecturas obligatorias… En esta ocasión, lo que resulta muy recomendable  -sino obligatorio-  es conocer las opiniones de algunas alumnas y alumnos que, o bien siguieron el directo del pasado jueves o bien vieron la entrevista que se encuentra disponible en la red (Juan Mayorga entrevistado por E. Diez Puertas).

Todas y todos coinciden en que ha merecido la pena dedicarle una hora de ese tiempo que tanta falta les hace para atender a todo lo que les propone el profesorado, en esta extraña y extraordinaria situación en que se encuentran terminando una etapa fundamental de sus estudios.

Esperamos que los que leáis, escuchéis y veáis a Juan Mayorga disfrutéis de sus obras -no solo de la obligatoria-  y de sus interesantes reflexiones sobre el teatro y la literatura, en general. Como, sin duda, lo han hecho Emma, Lucía, Ángela, Elena, Lucía, Gonzalo, Ana, Olga, Nuria, Jaime, Iván, Hugo, Julia, Claudia , Daniela y Álvaro.


La verdad es que el libro me ha gustado, pero no me ha encantado. Es demasiado perturbador para mi gusto. Me parece una obra que da la vuelta a la realidad, pero muestra un escenario muy real a su vez. También me parece que la utilización de la manipulación en la trama de esta obra le da un toque muy interesante.
Del encuentro de hoy con Mayorga, no me esperaba mucho. Pensé que no nos iba a ayudar a entender la historia sino que nos contaría por qué decidió escribirla, pero, para mí sorpresa, explicó la obra. Gracias a ello, por fin comprendí del todo el final de la obra y el comportamiento de los personajes. La verdad que me gustó bastante haber "asistido" a esa entrevista.

Emma Shorter


Me gustó mucho la forma tan cercana y natural con la que se dirigió a los oyentes, hasta incluso hizo alusión a los jóvenes que tenemos su obra como lectura obligatoria. De entre todas las preguntas que le hizo, las que más me llamaron la atención fueron dos. Una de ellas era el primer título que tenía para su obra, Los números imaginarios, que me parecía un título muy interesante ya que hace referencia a esa frontera dudosa entre la realidad y la ficción (los números imaginarios no existen en el mundo pero sirven para operar en él) sin embargo, acabó decantándose por ‘el chico..’ ya que le da ese protagonismo a Claudio y hace alusión al papel del escritor que observa sin ser observado y que debe tomar ese distanciamiento de las personas a las que acaba viendo como simples personajes. También me gustó mucho su interpretación del final de la obra en la que él reconoce una doble derrota: por una parte, la de Germán comienza cuando renuncia a la palabra y, al ser incapaz de imponer su autoridad, utiliza un gesto violento contra Claudio (le da una bofetada); por otra parte, Claudio también es derrotado porque pierde la única amistad que tenía al convertir al profesor en otro personaje y en objeto de su manipulación. En general me pareció una charla muy interesante y amena y donde se aprende mucho sobre cuál es la intención del autor y te permite acercarte y conocer mucho mejor a Juan Mayorga.

Lucía Llamazares


En cuanto a la obra El chico de la última fila de Juan Mayorga, el propio autor, en la charla que realizó el pasado martes sobre la obra  habla de distintos aspectos. Algunas de las cosas que dice son que Claudio era un chico que estaba a punto de abandonar los libros pero, debido a los deberes que le mandó hacer su profesor de Literatura,  descubre la escritura.  Claudio ve a todas las personas como personajes, no se enamora de la madre de Rafa,  se enamora de ella porque es  un personaje poderoso para el relato: su forma de relacionarse se debe a la forma en la que se va a desarrollar su relato. Claudio saca de su rol a Germán, y la obra concluye con esa muerte moral del maestro a manos del alumno. Germán,  al contrario que Juana,  sí cree que el arte puede cambiar el mundo o, al menos, deberíamos actuar como si pudiese cambiarlo y para Juan Mayorga también es así: Germán cree que a través de la literatura se puede amar más al ser humano.
En cuanto a mi opinión sobre la obra, al principio no me esperaba que fuese a ser así. Me gustó esta obra ya que se puede ver cómo el protagonista va evolucionando a la vez que se va acercando a los demás. Germán va ayudando a que se produzca este progreso pero no ve cómo Claudio acaba también entrando en su vida,  de igual manera que lo hizo en la de su compañero de clase. Lo que sí me gustaría es saber más sobre la vida personal de Claudio: se nombra varias veces a su padre, se dice que cuida de él, pero a la vez tiene un montón de tiempo libre para así poder acercarse a la familia y crear contenido para su historia.

Ángela López


Me sorprendió que Mayorga tuviera dos opciones para el título de esta obra: Los números imaginarios y El chico de la última fila. El primero lo escogió porque Mayorga estudió matemáticas pero al final se decantó por el otro porque, como él dijo, el título es determinante para captar la atención del lector.
Esta obra me ha parecido muy impactante porque el autor crea una trama poco vista y tiene un tono misterioso. Casi toda la obra está escrita en forma de diálogo por lo que la lectura no se hace pesada y tienes ganas de seguir leyendo para saber qué pasa. 
Para concluir, Mayorga comentó su idea de escuela: “la escuela no debe ser un lugar de la dominación sino un lugar de encuentro con otros pensamientos”, afirmación con la que estoy totalmente de acuerdo.

Elena Álvarez


El año pasado, nos pusieron en francés la película “La maison”. Me pareció tan interesante y diferente que me puse a buscar información sobre ella y me enteré de que estaba basada en la obra El chico de la última fila de Juan Mayorga. En cuanto comencé a leerla, me atrapó por completo su trama tan diferente a lo que estamos acostumbrados a leer, además de que no se me hacía nada pesada al combinar lo que se llama “teatro dentro del teatro”.
El otro día, pude disfrutar de su explicación sobre ella: cómo llegó al Centro Dramático Nacional, la explicación de algunos personajes y su relación, el final… Me gustó mucho poder acercarme a su pensamiento y opinión sobre el libro.

Lucía Fernández


El chico de la última fila es el libro que más me ha gustado de todos los que he leído este año como lectura obligatoria de la asignatura. El año pasado yo ya había visto la película en clase de francés, sin embargo leer el libro es una experiencia totalmente diferente. Me gustaron mucho todos los personajes, especialmente Germán que es el que más cambia a lo largo de la obra. Claudio, el protagonista y el “escritor”, es un manipulador que acaba convirtiendo a Germán, su profesor, en un personaje dentro de su obra (eso me parece un cambio argumental increíble). Me encantó el final de la obra porque Claudio consigue que Germán abandone su rol de profesor; esto es la muerte moral del maestro a manos del alumno (esto ocurre cuando Germán pega a Claudio). Además, cuando acabas de leer el libro no estás seguro de qué partes de la obra son ficción. Esa situación me recuerda a cuando leí La Historia Interminable: si no fuera por los colores del texto (verde y rojo) no sabrías si lo que ocurre es en la realidad o en el mundo de Fantasía. La charla de Juan Mayorga me gustó bastante, me aclaró la relación entre Claudio y Ester. Yo pensaba que esa relación era sexual pero estaba equivocado: Claudio actuaba de esa manera como un elemento más de su obra. También me gustó cuando Juan Mayorga planteó que tal vez Claudio fuera realmente el escritor de la obra, y no él. 

Gonzalo Alonso


La verdad es que la obra me ha gustado mucho y creo que nos hace pensar que, a veces, las personas más calladas son las que más cosas tienen que contar. Me parecen muy interesantes las manipulaciones de Claudio, quien lleva a cabo un gran experimento con una familia normal, la de Rafa, para en realidad, sin que lo sepamos, acercarse cada vez más a Germán. Me parece un libro muy interesante a pesar de tener solo 52 páginas.

Ana Martín


Esta obra de teatro ha sido la producción literaria que más me ha gustado en lo que llevamos de curso, junto con Nada, ya que ambas obras se me han hecho muy fáciles a la hora de leer, al igual que entretenidas. Lo único que me costaba un poco era ver cuándo se cambiaba de una escena a otra y también me costó entender el final, aunque con el directo de Juan Mayorga se me hizo más fácil su comprensión.

Olga Welti


Esta obra de Juan Mayorga me sorprendió bastante. Sin duda, es la obra que más me ha gustado de todas las lecturas del curso. La trama entre Claudio y la familia de Rafa me cautivó desde el principio y considero que lo hizo que esto pasara fue la forma de escribir de Claudio, la cual, desde mi punto de vista, me hacía sentir dentro de la casa, viviendo las escenas como si tuviese la capacidad de ser invisible y observar todos lo que ocurre. Siguiendo con la trama, me pareció muy interesante el ambiente de misterio o incertidumbre, cada vez que en sus reacciones Claudio escribe “continuará” que hacía que quisiera seguir leyendo para saber cómo continúa la historia. En cuanto a la estructura de la obra, no me pareció muy cómoda. Con esto me refiero a que, en ocasiones, me perdía cuando se producían cambios de escena, ya que no está indicado como capítulos o con acotaciones. Sin embargo, como ya dije al principio, El chico de la última fila, me ha gustado mucho y me ha enganchado desde el principio y eso que en la asignatura de francés ya había visto la película y más o menos ya sabía lo que iba a ocurrir.
En cuanto al directo con Juan Mayorga, me pareció interesante, aunque quizás me hubiese gustado más si el autor hubiese desarrollado y explicado su obra sin contestar a preguntas, ya que así creo que está más condicionado a responder a aspectos de la obra a los que no hubiese dedicado tanto tiempo, y se hubiese centrado más en lo que el propio Juan Mayorga considera más importante.

Nuria Martín


El chico de la última fila me ha llamado la atención por varias razones. Me gusta la forma de ser de Claudio porque yo, en ocasiones, también me identifico con él, también soy algo callado. Respecto a la relación entre la madre de Rafa y Claudio, me resultaba un poco confusa, no tenía claro si Claudio estaba enamorado de Ester o simplemente la manipulaba para la construcción de su relato; esperaba que esa duda la resolviese Mayorga pero me resultó muy chocante una cosa que dijo en el directo que fue que el autor no conoce todo acerca de su propia obra y que la interpretación podía variar. Además de esto, me gustó el juego de una representación dentro de otra, siendo Claudio el gran protagonista, podríamos estar ante el nacimiento de un escritor a la vez que este chico se descubre así mismo. El final me plantea algunas dudas, la explicación de Mayorga me dio a entender el poder manipulador de Claudio que acaba tratando a las personas como personajes provocando la pérdida de control de Germán.

Jaime Currás


Quiero remarcar, en primer lugar, el hecho de que se ponga el foco sobre el proceso de escritura, así como en la figura del escritor, y la abundante información que se ofrece sobre ello, la cual venía principalmente de la mano de Germán y me ha parecido muy interesante. Me gustaría apuntar también lo que ha dicho Mayorga acerca de la figura de Claudio, en concreto sobre su perspectiva de que Claudio ve a todas las personas que le rodean como personajes para su relato, lo que influye en las decisiones que toma respecto a ellos. Cuando leí la obra, coincidía más bien con Juana en la visión que tenía de Claudio, es decir, de alguien que estaba un poco loco. Sin embargo, la aportación de Mayorga me hizo ver al personaje de otra forma, como un escritor decidido a escribir el mejor relato posible y que por eso actuaba de la forma que vemos en la obra. Esto me ayudó sobre todo a entender la relación entre Claudio y Ester, pues Rafa padre y Rafa hijo no tuvieron, a mi juicio, un papel realmente relevante en la obra (quizá podría citar la escena tensa entre este último y Claudio al final).
También me ha llamado la atención la explicación de Mayorga acerca del porqué y el significado del título, que además de ser literalmente el lugar que ocupaba Claudio en la clase, está ligado a la idea del concepto del escritor. En este caso, con el lugar distanciado y de soledad que este tiene, en el que puede observar a todos sin ser observado.
Creo que un elemento muy importante de la obra es la relación entre Claudio y Germán, que me pareció como un profesor que ha encontrado a alguien que realmente merece la pena como narrador, además de un compañero, y que está dispuesto a ayudarle en lo que sea a lo largo de su evolución. El final de la obra coincide precisamente, como dice Mayorga, con el final de la relación entre ambos. He de decir que, sinceramente, el final no lo entendí muy bien, pero al escuchar al autor finalmente comprendí su significado.
En conclusión, la historia me ha gustado mucho y en general la he entendido bien, pero la entrevista me ha resultado muy útil para aclarar mis dudas y descartar lo que erróneamente pensaba acerca de algunos elementos. Además, ha sido muy amena, al igual que la obra, y me ha servido para conocer un poco más a Juan Mayorga.

Iván Menéndez


Germán, el nuevo profesor de literatura del instituto, manda a sus alumnos escribir una redacción y, cuando las lee, observa el poco esfuerzo que han puesto sus alumnos en hacerlo. Pero descubre una que le impresiona, que está bien escrita, que tiene una buena trama, y esa es la del chico de la última fila, Claudio.
Se trata de una obra de teatro escrita en prosa que, al tener solo diálogos, hace que la lectura sea muy llevadera. Se lee bastante rápido ya que, aparte de ser corta, el autor consigue que no puedas parar de leer. Además, el autor crea una trama sobre algo acerca de lo que nunca había leído, y supongo que eso también lo hace más interesante.

Hugo Fernández    


De todas las lecturas del curso, he de decir que la que me ha parecido más interesante ha sido La tiranía sin tiranos, porque comparto varias ideas con el autor, y me ha hecho reflexionar. Ahora bien, El chico de la última fila me parece una obra dinámica, no da momento a aburrirse en toda la representación, los saltos de personajes, de escenarios, cómo los entrelaza… y más gracias a las explicaciones de Mayorga  en el directo. Una de las cosas que más me interesó fue su visión acerca del teatro y cómo descubre la escritura y que, como dijo, se identifica con Claudio. Claudio está aprendiendo a ser escritor, se descubre a sí mismo como artista, pero también descubre la soledad de un escritor, viendo a todo el mundo como personajes, de ahí el título El chico de la última fila, situado en un sitio donde puede observar todo sin ser visto, como un escritor.
Afirma que un escritor puede mucho: hay que hacer teatro como si se pudiera cambiar el mundo, hay que ser ambicioso. El sentía que el teatro le respetaba, que esperaba algo de él. El teatro comienza en la propia escritura del texto, anticipa a los espectadores. Él escribe para el adolescente que fue, ese chico que iba al teatro deseando que le ocurriese  algo importante.  Sinceramente, Mayorga me transmitió confianza, una persona cercana y como lo describen “el profesor que nadie habla mal de él” y, por último, me gustaría mencionar algo que dijo que me llamó mucho la atención: “Aprendo mucho de mis alumnos”.
En este curso de literatura, he llegado a la conclusión de que debo leerme La familia de Pascual Duarte y Hamelín.

Julia García


Esta lectura ha sido la que más me ha gustado de todas las del curso y la que más me ha costado leer. No estoy acostumbrada a leer obras de teatro y a veces los diálogos me resultaban algo confusos. Aun así, creo que el argumento es muy claro, pero inquietante: los "personajes" de Claudio, los verdaderos motivos de su acercamiento a los que le rodean, su relación y conexión con Germán, aparentemente motivada por compartir su condición de solitarios "letraheridos" pero que resultaba estar basada en la manipulación, la representación dentro de la representación...

Claudia Martís


He de admitir que, desde mi punto de vista, las dos últimas lecturas han sido las más amenas ya que, mientras que La tiranía sin tiranos te hace reflexionar, la obra de Mayorga mantiene la intriga a lo largo de toda la historia.
Centrándome en El chico de la última fila, ha habido varias cosas que me han gustado mucho. Para empezar, el formato. Creo que al estar narrado desde el punto de vista de uno de los personajes principales, Germán, nos ponemos más en la situación de la obra, pero al ser un texto dramático, tenemos la capacidad de ir amoldándonos a la piel de varios personajes, desde Juana, hasta Claudio e, incluso, a la inocencia de Rafa. Por otra parte, seguramente lo que más me ha gustado, ha sido el final. La última escena, cómo se da un giro a los acontecimientos aunque, al igual que hace referencia Germán durante la obra, no pudiera ser de otra manera. Es el momento en el que, tras ver a Juana, en la conversación de los dos personajes principales, Claudio le dice a su profesor: “Desde que lo conocí, tuve ganas de ver cómo vivía”. Parece dejar entrever que su objetivo no solo era meterse en la vida de Rafa, sino de su propio profesor, porque como dice, siempre hay un modo de entrar en cualquier casa, y su modo de entrar en la de Germán fue con sus escritos. Además de la sorpresiva reacción violenta por parte del adulto, que parece ser fruto no sólo del acto del menor, sino también de la rabia acumulada por Germán a lo largo de la historia y que está reflejada en pequeños momentos durante la obra. Un final que, por mi parte, es bastante inesperado porque durante toda la obra parecía que el maestro y el alumno eran un mismo equipo aunque, finalmente, Germán resultó ser una marioneta más de Claudio y sin embargo, a pesar de ello, un final muy propio de la actitud de este último.

Lo único que no me ha agradado mucho es que creo que el libro es demasiado breve a la hora de conocer las actitudes y las personalidades de todos los personajes. Debido a las pocas páginas de la obra, resulta difícil para el lector intentar entenderlos e intuir su siguiente movimiento, aunque esto, por otra parte, es lo que le da la agilidad a la obra que hace mantenerte en tensión.
Daniela García 


La obra me sorprendió gratamente pues me esperaba, tras la decepción que me produjeron las otras tratadas este curso, que sería otra historia genérica e insulsa. Para mi sorpresa, la trama de El Chico de la Última Fila consigue, verdaderamente, atrapar al lector dado que parte de una situación trivial y va evolucionando poco a poco hacia eventos más interesantes.
El principio es lento pues se trata, simplemente, de un profesor que consigue encontrar una obra que resalta entre las demás tras calificar negativamente, con resignación, las de bastantes otros alumnos. Sin embargo, ya desde el momento en que Germán habla con Claudio por primera vez sobre sus escritos se intuye que se va a producir un cambio en el ritmo de la historia.
A los personajes que conocemos más adelante, los “dos Rafa” y la madre de la familia, se los presenta de manera ingeniosa y “multidimensional”. Con esto último me refiero a que, en función de las recomendaciones que le dio Germán, Claudio explora diferentes facetas del comportamiento y la existencia de esta familia.
También resulta interesante la progresión del personaje de Claudio, no solo cómo cambia su manera de escribir y presentar la historia, sino también la evolución del personaje como individuo. Poco a poco se va metiendo cada vez más en el papel de “protagonista de su propia historia” y llegará a hacer cosas bastante cuestionables con tal de proporcionarle un final a su propia obra.
Lo que no entendí tan bien fue la escena final. Germán se acerca Claudio con un tono conciliador y mantienen una conversación bastante trivial pero tras un comentario de Claudio (que bien es cierto que puede resultar ofensivo) el profesor le propina un tortazo.

Álvaro Ibáñez


A continuación, podéis conocer también otro tipo de aportaciones que ofrecen visiones muy personales de la obra. Sin duda, os pueden ayudar también a verla con otros ojos y a abriros a distintas maneras de escribir una valoración crítica. Se trata de los análisis realizados por Alicia, Sofía, Cristina, Nuria, Malena y Laura.


El chico de la última fila es una lectura fácil en conjunto; una obra de teatro corta, fresca, actualizada, con pocos personajes y con un vocabulario claro y habitual. Resulta un poco caótico en su estructura, tal vez porque su formato ideal es la puesta en escena, pero es cuestión de tiempo acostumbrarse. Una de las cosas más sorprendentes es el final, el “plot twist” o giro que realiza la trama.
Los personajes están claramente identificados. Todos, menos Claudio, comparten una vida normal de clase media que resulta criticada. Suelen aparecer temas delicados, como la inmigración, la violencia o la fidelidad, que salen a la luz bajo un foco de prejuicios e hipocresía. Claudio es un adolescente con un gran vacío en su vida familiar, que utiliza sus habilidades manipuladoras para escapar de su mundo ordinario y adentrarse en lo extraordinario, en la vida de los demás. Germán es un profesor quemado y decepcionado que, al toparse con el alumno que se sienta en la última fila, recupera la esperanza de inculcar su pasión por la literatura, pero desprecia en varias ocasiones el trabajo artístico de su mujer, Juana. La familia de Rafa aparenta ser una familia normal, pero las acciones violentas y egoístas de Rafa padre y Rafa hijo resultan incongruentes. La visión de Ester varía a medida que Claudio va construyendo su relato; primero como una persona mediocre de charla insulsa, más tarde como una mujer dolida y atormentada por su familia, que se siente atrapada entre las paredes de la casa que Llega un punto en la lectura en el que es difícil distinguir lo real de lo imaginario. Hay tres historias basadas en relaciones: la que tienen Claudio y Germán, construida por un punto común entre ambos que es el arte de la escritura; la de Claudio y la familia de Rafa, construida por el engaño; y la de Germán y Juana, construida por el dilema ético (no sabemos si aceptar los relatos de Claudio está bien o no, pero el morbo de asomarse a las vidas ajenas los incita a leer). El problema es que solo descubrimos las intenciones verdaderas de Claudio al final de la obra, por lo que una vez que llegamos ahí, es difícil cuestionar que algo de lo que ha relatado en sus escritos sobre la familia Artola sea realidad o ficción.
Por último, Juan Mayorga habló en su directo del título de la obra. Claudio está a punto de abandonar los estudios, pero la vida le ofrece una nueva oportunidad cuando Germán le oferta una nueva experiencia. Él la aprovecha para descubrirse a sí mismo como escritor y para adentrarse en la vida de su compañero de clase. Claudio se coloca en un plano superior a sus personajes como narrador, es un chico que se sienta en la última fila y ve todo lo que pasa sin que nadie lo vea a él. Esta idea se va quebrantando a medida que avanza la obra, cuando se “enamora” de Ester y pasa de ser una presencia a formar parte de la vida familiar de los Artola.
Cuando uno se sumerge en la lectura, se da cuenta de que la obra guarda un gran sentido detrás de su sencilla trama y su caótica presentación. Considero que, a pesar de que haya numerosas referencias literarias que desconocemos y alusiones a temas que, a priori, a nuestra edad no nos conciernen (o no lo suelen hacer), es gratificante tener la oportunidad de estudiarla a fondo. Sin duda alguna, y dejando de lado los puntos de vista críticos de cada uno, da mucho juego para reflexionar sobre ella.

Alicia Menéndez


Me ha parecido una historia interesante, en la que un profesor mediante la magia de las palabras consigue que al menos uno de sus alumnos retome la lectura, o al menos algo relacionado con ella, como es la escritura. Desde el principio noté que Claudio y Germán eran muy parecidos, una de las cosas que mas les diferencia son los años, entre otras cosas. 
Desde mi punto de vista, Claudio es un chico perdido, que imagina y sueña con las vidas ajenas para olvidarse de la suya. Cuando Germán encarga ese trabajo, Claudio parece descubrir algo con lo que evadirse de sus pensamientos, que a demás le gusta, y no parece querer dejarlo ya que usa las actividades de Germán para para seguir escribiendo; esa parte me pareció ingeniosa por parte de Claudio. Lo que menos me gustó de este personaje es que tiene poco respeto por la intimidad. Se mete en casa de su compañero de clase, Rafa, y hace de su familia los personajes de su libro, y lejos de usar la imaginación se dedica a husmear, para luego defenderse y decir que solo escribe lo que pasó. Lo que me decepcionó al final del libro es que Claudio no pareció aprender de su primera intromisión en la intimidad, ya que dice que siempre hay una forma de colarse en la casa de los demás, como si fuera un ratón que se cuela en las despensas ajenas. 
El personaje de Germán me gusta. Me parece un personaje muy simple pero sincero y tierno, que intenta ayudar a Claudio poniéndolo a prueba, educándolo y aconsejándolo mediante la literatura, ya que es el único que muestra un interés por la literatura en su clase. Durante mi lectura noté que Germán comprende a Claudio, porque este era como él cuando tenía 17 años y creo que esa es una de las razones por las que Germán le intenta enseñar a escribir, porque ve que Claudio ama las palabras.
 El personaje de Juana también me parece interesante. Al principio me pareció un poco mandona y criticona, ya que le decía a Germán que se lo hiciera saber a Rafa y al director. Pero al ir leyendo he cambiado de opinión, he visto que las duras críticas le servían a Germán para saber cuál era el mejor camino para orientar a Claudio. Me sorprendió al final del libro que Juana no se sorprendiese de ver a Claudio en la puerta de las galerías y de que al final no se llevaran mal. 
Al final de este libro hubo un detalle que no comprendí bien. En el momento en que Germán y Claudio están sentados en un banco, después de teatralizar la conversación de dos mujeres en una ventana, Germán advierte a Claudio de que no se acerque a su casa ni a su mujer. Es como si la intención de Claudio, desde el principio, no fuera meterse en la vida de Rafa y su familia, sino meterse en la vida de Germán, lo que hubiese sido una estrategia inteligente, pero no deja de ser maquiavélico. 
En conclusión, me pareció un libro entretenido y fácil de leer. Los personajes me gustaron, son mucho más complejos de lo que parecen y dan mucha vida a la historia. Seguramente, me haya dejado cosas por el camino, pero no es nada que una segunda lectura no solucione. 

Sofía Hornero


Me pareció interesante poder contar con la visión del propio autor, no es lo habitual. Muchas veces estudiamos y hacemos análisis de obras de otras épocas y acabas preguntándote si es posible que el autor fuera consciente de todo ello o si se quedaría asombrado de las reinterpretaciones de su obra.
Lo más sobresaliente de la obra de Juan Mayorga es la atmósfera de intriga que imprime casi desde el principio de la misma. La realización de una tarea encomendada por un profesor a sus alumnos se convierte en la excusa para utilizar a la familia Artola por parte de uno de ellos (Claudio). Para él no son más que meros personajes por los que no siente ni tiene ningún tipo de empatía.
Consigue mantener esa intriga hasta el final de la obra pero detrás de todo ello se encierra una lección moral impresionante, puesto que Germán parece no querer ver lo de discutible que tiene el comportamiento de su alumno, es más, lo incita a seguir, en favor de ver culminada la obra de su alumno con un buen final. Pero todas esas razones que se da a sí mismo y a su mujer, que sí ve una conducta reprochable en todo ello, se olvidan cuando descubre que él mismo también ha sido manipulado y utilizado para un fin, y entonces estalla.
En este punto final es cuando también el espectador queda un poco “pillado” porque si durante la obra te has posicionado junto a Germán con el fin de descubrir cómo acababa todo o, por el contrario, con el de su mujer, Juana, que abogaba por que parara, pues descubres que esa lección también termina por golpearte a ti.
Moraleja: “No hagas a otro lo que no quieras para ti”.  O también “La curiosidad mató al gato”

Cristina Ballester


En un principio pensaba que no iba a ser una buena obra e iba a aburrirme con su lectura, pues había visto, el año pasado, en Francés,  la película “ Dans la maison”, extraña y un poco desconcertante; no entendía ni el argumento de la obra ni la finalidad de esta. Sin embargo, estoy sorprendida, podría decir que me ha encantado. Gracias a el encuentro con Mayorga por Instagram y a los apuntes de literatura sobre ​El chico de la última fila,​ pude ver que todo cuanto pasaba en la obra tenía sentido: el chico escribiendo sobre la vida de otros, su comportamiento, el profesor que los admira y en un principio quiere que continúe...Todo esto ya no me parece raro como cuando vi la película.  Ahora entiendo el carácter metateatral y metalingüístico de la obra, la confusión entre la realidad y la ficción, la manipulación…
Creo que lo  más interesante de esta obra son los saltos de unas historias a otras, es decir, de repente están hablando Germán y Juana  y así, sin avisar, el siguiente personaje es Rafa padre. Pero no son solo saltos de unos personajes a otros, sino también de una trama a la otra. Esta característica le confiere a la obra cierta continuidad, haciendo que su lectura no se haga pesada, sino todo lo contrario: inquietante y dinámica, siendo  casi imposible que te aburras mientras la lees. Además, he aprendido a darme cuenta de lo que leo. Hace unos años leí un libro que narraba la trama de un escritor famoso tratando de evitar que su profesor, también escritor, fuera a la cárcel por asesinato; se iban entremezclando las enseñanzas del maestro al alumno, sobre cómo escribir un buen libro, y la historia principal; algo parecido a lo que sucede en ​El chico de la última fila​, siendo las dos obras magníficas. A lo que quiero llegar con todo esto es que me parece apasionante cómo,  sin que te enteres, dentro de la misma obra te estén contando lo que tiene que suceder, cuál es el siguiente paso que va a tomar la historia, cómo va a ser el final sorprendente y necesario… Me parece emocionante cómo lees las reflexiones, las pautas, del escritor para escribir su libro, mientras lees ese libro. Gracias a​ El chico de la última fila​  aprendí lo maravilloso que puede ser un libro.  
En cuanto al final, cuando había visto la película creía que no tenía sentido alguno y era incapaz de entenderlo, pero gracias al directo de Instagram con Mayorga he podido comprender el porqué y el significado de ese final necesario e imprevisible.  
En conclusión, El chico de la última fila me ha parecido una obra espléndida con la que he aprendido a “leer”. 
 Nuria Junquera


Juan Mayorga nos presenta un drama situado en las aulas de un centro educativo, un  escenario bastante básico y sencillo en toda la obra pero con un gran mensaje que transmitir. Creo que Mayorga divide el plano en dos: en primer lugar, una familia que se da a conocer por las redacciones de Claudio y, en segundo lugar, una realidad entre profesor y alumno, que es lo que ocupa la mayor parte de los diálogos. 
Si tengo que expresar qué me ha parecido esta obra, diría que es una forma de describir el aprender a mirar, habla sobre personas que han visto muchas cosas pero que nunca han sido capaces de pararse a mirarlas; para esto Mayorga utiliza la metáfora de la última fila ya que desde esta pueden verse a la perfección todas las demás. Esta obra me parece que muestra una gran capacidad de observación, que acaba transmitiendo confusiones o frustraciones a lo largo de la obra. En mi opinión, Mayorga  pretende hacer una pequeña crítica a la sociedad, ya que considera que no somos capaces de simplemente mirar y entender; para ello se basa en la historia de Claudio, un alumno que está en la última fila y, como ya dije antes, algunas veces es  la mejor manera de percibir las cosas, observándolas desde una tercera persona y  desde la distancia.  
Malena González


Desde el primer momento, el autor captó mi atención al despertar la intriga sobre el protagonista, que se sienta en la última fila de la clase, Claudio. 
El hecho de que el profesor, Germán, tenga una opinión tan pesimista sobre las nuevas generaciones que las define como "inútiles" hace que me plantee si de verdad las nuevas tecnologías nos impiden desarrollar la creatividad y la expresión, en este caso, a la hora de hacer un comentario o contar un relato.
Volviendo a la trama, confieso que al principio no veía a Claudio como un peligro, pero a medida que fue narrando lo que ocurría en la casa de su amigo Rafa, me fue incomodando más y mi opinión sobre ese personaje cambió de un simple adolescente con una gran imaginación y talento, a un chico manipulador. Pienso eso porque creo que su objetivo desde un principio era entrar en las vidas de su profesor, Germán, y de su compañero de clase, Rafa. 
Todo el libro, pero sobre todo el final, me mantuvo en tensión. El hecho de que el profesor lo descubriera y le diera una bofetada me sorprendió mucho. Esta fue la gran diferencia que vi en cuanto a la película “Dans la maison”, ya que en esta no tiene lugar ninguna bofetada y, en vez de eso, Claudio y Germán conversan tranquilamente. 
Laura del Rosal