jueves, 29 de enero de 2015

¡¡Ay, el frío!!

El invierno es una estación que a mucha gente se nos hace muy larga. Y en ella reina el frío. Frío en la calle, frío en el instituto, frío interior, pies fríos... Pero afortuandamente seguimos manteniendo la cabeza y el corazón calientes, un@s porque seguimos dándoles vueltas y otr@s, l@s más, porque sois jóvenes y tenéis muy activas las dos cosas. 

Y cuando nos pusimos a buscar textos cortos relacionados con este tema, tan antiguo somo nuestra vida, encontramos todas estas obras maestras, que colgamos en orden cronológico: 

Un cuento muy corto del grandísimo Max Aub:




Un poema de Mario Benedetti, recitado por él mismo, que se titula "Los formales y el frío". Seguro que os sorprenderá la gracia con que lo recita:




Y dos canciones, una más antigua que otra, de músicos muy diferentes. ¿Conocéis a alguno? Seguro que sí. 






¿A que ya os pasó el frío?

sábado, 17 de enero de 2015

HOMENAJE A MI ABUELA

            Estaba pensando en escribir otro cuentecillo cuando cayó en mis manos el poema número quince de “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” de Pablo Neruda. Cuando lo leí vi a mi abuela en él. Ya sé que Neruda no lo escribió para una persona con Alzheimer, pero en él encontré todo lo que quería decir de mi abuela. Le he cambiado algunas palabras para expresar con claridad mis sentimientos.

                        Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
                        y me oyes desde lejos aunque no me comprendas
                        parece que los ojos se te hubieran volado
                        y parece que las palabras no te llegaran a la boca.
                        Como todas las cosas están llenas de mi alma
                        tú  surges de ellas y llenas el alma mía.
                        Mariposa de sueño, gemela de mi alma
                        eres la sombra de mi melancolía.
                        Me gustas cuando callas porque estás “como” distante
                        y estás en otro mundo, mariposa en arrullo.
                        Y me oyes desde lejos, pero mi voz no te alcanza:
                        Déjame que me mire en tu silencio
                        claro como el agua, simple como un niño.
                        Eres el recuerdo, callado y querido.
                        Tu silencio es lejano como las estrellas del cielo.
                        Me gustas cuando callas porque estás “como” ausente
                        distante y dolorosa, como si hubieras muerto.
                        Una mirada entonces, una sonrisa abierta
                        y estoy contenta, contenta de que aún estés despierta.


                                                                                          AMANDA CUESTA